Pablo Solari, un artista con la mirada puesta en el pueblo, por Magela Demarco, 2006
Con un estilo personal, el pintor toma los fragmentos de la realidad que más lo movilizan: los cartoneros, los desempleados, los que perdieron sus casas, los habitués de los bares de barrio y hasta tiene una serie de "La 12", la hinchada de Boca. En la galería Aldo de Sousa (Arenales 966), hasta el 18 de noviembre.
"Este libro no te lo regalo para que lo copies, sino para que te busques a vos mismo y encuentres tu propia forma de representar la realidad", sugería un Martín Fierro ilustrado por Castagnino que a Pablo Solari le dedicó cuando chico su mamá. Aquellas palabras le marcaron el camino.
Y sus obras son una prueba acabada de ello. Sus personajes tienen una mirada personal; sus semblantes, la forma de generar la atención en sus obras, el modo en que utiliza la paleta de colores... Pero no es solamente eso. Solari escogió pararse a mirar la realidad desde un lugar: el del pueblo. La suya es una mirada popular que toma partido por la gente común.
Él se identifica y comparte sus alegrías, como en la serie de la hinchada de Boca, o las que retratan algunas escenas en los bares de barrio; y también, acompaña y refleja su dolor, sus penurias, expuesta en la serie "Los sin trabajo", en su obra "La colmena", referida a la gente que por hambre tiene que salir a cartonear o "La inundación", por nombrar sólo algunas de sus pinturas.
Al igual que lo hacía Giotto, uno de sus maestros en la pintura, todos los personajes que habitan en los cuadros de Solari comparten la misma forma almendrada de los ojos.
Y también tienen la misma expresión en su mirada.
¿Una mirada algo desesperanzada?
"No. Para mí es la mirada del que padece pero no se desespera.
El que soporta lo que está sufriendo pero tiene esperanzas. El que espera con calma", explica el pintor. Más o menos esperanzadas, estas singulares miradas se pueden identificar con la de muchos argentinos.
Solari recuerda que su interés por la pintura comenzó desde muy pequeño, cuando tenía apenas 4 años. "Cerca de casa había un vecino que estaba enfermo. Y con mis hermanos siempre lo íbamos a visitar. Fue él quien me empezó a enseñar a dibujar.
Después, estuve en un taller de arte infantil hasta los 13 años", cuenta.
Una pelea con la profesora del taller fue el empujón que dio comienzo a su carrera de autodidacta. Muchos años después, concurriría por un tiempo a las clases del escultor Roberto Tessi y más tarde, por un corto período a las del pintor Dubatti.
Solari reconoce y rescata el aporte de ambos artistas, pero en un momento se generaron dentro suyo algunos conflictos. "Las reglas, las normas de composición y combinación de los colores a mí me frenaban. Me decían: 'si ponés el amarillo, el violeta no lo pongas.'
Y yo encontré en mi estilo, la forma como combinarlos y jugar con ellos. Por ejemplo, pongo el amarillo, el violeta y por ahí le saco un tono intermedio entre los dos para unirlos.
Me gusta buscar los colores. Me planteo el tema de tratar de no repetir en el mismo cuadro, el mismo color", dice Solari.
Pablo Solari es una persona de principios. Para él, primero está la dignidad, el ser fiel a sí mismo.
Recuerda que hace algunos años, cuando había hecho la primera obra de la serie inspirada en la hinchada de Boca, los dueños de una conocida galería en la que Solari estaba exponiendo esos cuadros lo llamaron para informarle que el justicialista Eduardo Bauzá quería un cuadro, pero con la hinchada de River. Era para levantarle el ánimo a su amigo Carlos Menem, que estaba caiducho porque en las elecciones del 27 de abril de 2003 no había llegado a conseguir los votos necesarios para ganar en primera vuelta. Solari les respondió que no lo haría y recordó el diálogo que mantuvo con la galería:
- ¿Cómo que no? Bauzá ya lo pagó por anticipado"
- No lo hago, porque no lo siento, y si lo pinto, voy a hacer una cargada.
- Pero escúchame, está vendida.
- Y a mí qué me importa, píntenla ustedes o que me compre la hinchada de Boca y con un pincelito le corrija los colores.
"No transo. Pinto las cosas que son significativas para mí. Prefiero la libertad", concluyó Solari.
Magela Demarco, Periódico Clarín, Buenos Aires, 2006